Intensificación sostenible de la fruticultura regional
Objetivo General
Contribuir al desarrollo social, económico y ambiental del sistema frutícola regional a través del trabajo integrado de los diferentes actores y de las capacidades institucionales.
Resumen Ejecutivo
Mendoza y San Juan concentran el 44% de la superficie nacional implantada con olivos, el 79% de frutales de carozo y el 30% de frutos secos. La fruticultura en estas provincias atraviesa un proceso de transformaciones que involucran aspectos tecnológicos, organizacionales, financieros, económicos y políticos. Entre los problemas identificados están: baja adopción de tecnologías; lenta reconversión hacia modelos frutícolas sostenibles y mecanizables; escasa reconversión varietal; baja disponibilidad de mano de obra; efectos negativos del cambio climático; presencia de plagas cuarentenarias; tendencia a la disminución de productores chicos y riesgos ambientales asociados a la inadecuada gestión de los subproductos. Por otra parte, se identifican las siguientes oportunidades: condiciones agroecológicas favorables para la producción frutícola; cadenas productivas organizadas; existencia de tecnologías para diferentes estratos de productores; demanda creciente de frutos secos, frutas finas y aceite de oliva; importante avance de la biotecnología para la identificación y prevención de patógenos, mejoramiento genético asistido y requerimientos nutricionales; avances en robotización y digitalización; creciente interés en procesos de la economía circular. Para dar una respuesta integradora a las necesidades del sistema frutícola, el objetivo general del proyecto propone “Contribuir al desarrollo social, económico y ambiental del sistema frutícola regional a través del trabajo integrado de los diferentes actores y de las capacidades institucionales”. Se plantean cuatro objetivos específicos orientados a mejorar la eficiencia productiva, la sostenibilidad ambiental, la vinculación con actores territoriales y a fortalecer las capacidades institucionales en la región. Se abordarán áreas transversales y comunes a todas las cadenas que articularán de forma coordinada en el cumplimiento de los objetivos planteados. Las áreas serán: genética y zonificación, producción primaria, sanidad, poscosecha, industrialización, aprovechamiento de subproductos, comercialización, comunicación y difusión. Con el desarrollo del proyecto se obtendrán los siguientes productos: plantas libres de virus, bebidas fermentadas, alimentos balanceados y tecnologías que contribuyan al incremento y calidad de los sistemas frutícolas; mapas regionales de zonificación agroclimática; recomendaciones, tecnologías y análisis socioeconómicos relacionados al uso del agua, manejo sanitario, gestión de subproductos, nutrientes y mano de obra que permitan incrementar la aplicación de tecnologías compatibles con la intensificación sostenible; jornadas regionales para compartir avances con el sector productivo; unidades demostrativas en empresas o EEA que permitan la evaluación económica, validación y transferencia de tecnologías; seminarios internos regionales de discusión tendientes a fortalecer las capacidades institucionales para mejorar el abordaje territorial.
Descripción de Problemas y Oportunidades
La superficie cultivada con frutales en Argentina es de 556.522 ha, de las cuales el 14% corresponde a olivo, el 6% a frutales de carozo y el 5% a frutos secos. Mendoza y San Juan concentran en conjunto el 44% del total nacional de olivo, el 79% de frutales de carozo y el 30% de frutos secos3. En la última década en Mendoza se ha registrado una disminución de la superficie de pepita (pera, manzana y membrillo) y frutales de carozo de consumo en fresco e industria (duraznero, damasco, ciruelo y cerezo), mientras que la de frutos secos (almendro y nogal) se ha incrementado notablemente. En San Juan el panorama es similar, la superficie con frutales para consumo en fresco e industria (ciruelo, durazno, damasco, membrillo) se ha reducido al igual que la superficie implantada con almendro, mientras que la de pistacho creció exponencialmente4. La producción olivícola constituye una cadena de gran importancia en la región. En la última década se evidenció una relocalización del polo productivo, por un lado se abandonaron plantaciones con baja producción limitadas por factores climáticos en San Juan y a procesos de urbanización en Mendoza y en paralelo, se observó un crecimiento de la superficie en nuevas zonas con mayor potencial agroclimático5. La fruticultura moderna apunta a lograr que las técnicas de manejo de canopia puedan realizarse a pie, con la asistencia de escaleras de bajo porte, o bien con mecanización completa o asistida. Para ello, es necesario reducir el tamaño de las plantas. Las estrategias para reducir el tamaño de la planta son el uso de portainjertos o intermediarios que controlen el vigor, la restricción hídrica y en menor medida, el uso de reguladores del crecimiento8,9,10. Estas técnicas no son aplicables a todas las especies. Al presente no se encuentran disponibles portainjertos reductores del vigor en especies como nogal y duraznero8. Además, la restricción hídrica podría traer problemas en la calidad de la fruta y no ser aplicable en especies muy sensibles como el nogal11,12. En el olivo, principalmente cuando las aceitunas son destinadas para aceite, se han producido cambios más evidentes en el sistema de plantación y manejo, pasando a sistemas intensivos o superintensivos con formaciones en setos que facilitan la mecanización contínua de la poda y la cosecha13. Respecto a la industrialización, actualmente San Juan se ha posicionado como la principal productora de aceite de oliva del país. En el polo olivícola de San Juan, existen industrias modernas altamente tecnificadas asociadas a cultivos de grandes extensiones integralmente mecanizadas. En Mendoza, las industrias olivícolas y de procesado de fruta (enlatado y elaborado) también resultan claves dentro de la economía regional. En general, la industrialización de la fruta moviliza la economía directamente e indirectamente a través de la provisión de los insumos, servicios, turismo. El aceite de oliva se comercializa en su mayoría al mercado externo sin ser previamente fraccionado. En paralelo, existen industrias medianas y pequeñas, atomizadas en el territorio, con menor grado de tecnificación, y que destinan gran parte de su producción al mercado interno. En cuanto al contexto de cambio climático, para el oeste de Argentina se espera un aumento de la temperatura entre 1,5 y 3,5 ºC14. Un aumento de temperatura produce un adelanto en la fenología, cambios en el tamaño y composición de la fruta y del producto final5,15, menor síntesis y calidad del aceite en olivo16,17 y daños por asoleado especialmente frutales de pepita18. Asimismo, cambios en los patrones de precipitaciones aumentan los riesgos de estrés hídrico disminuyendo el crecimiento vegetativo y rendimiento10,19,20. Las condiciones de cambio climático, están asociadas al aumento de la frecuencia e intensidad de adversidades climáticas, como las heladas tardías. La elección del cultivar de floración tardía dentro de cada especie es una alternativa utilizada por los productores para mitigar esta contingencia. Sin embargo, los cultivares de floración tardía pueden asociarse a elevados requerimientos de frío para la salida del reposo otoño-invernal, siendo un problema a afrontar a mediano plazo21,22. Para el control activo de heladas, se requiere evaluar técnicas la efectividad y factibilidad de aplicación en nuestras zonas relativamente nuevas como el de técnicas como riego subarbóreo, aspersión y máquinas de viento entre otras.