Fortalecimiento de la producción, comercialización y valorización de la agricultura familiar en el NEA

Código:
2023-PE-L06-I040
Impacto:
Ambiental
Plazo:
48 Meses
Instrumento:
Proyecto estructural (Cartera 2023)
Título:
Fortalecimiento de la producción, comercialización y valorización de la agricultura familiar en el NEA
Centro o programa involucrado:
Centro Regional Misiones

Objetivo General

Fortalecer la producción, comercialización y valorización de la Agricultura Familiar en el NEA.

Resumen Ejecutivo

El 80% de las EAPs del NEA pertenecen a la AF conformando un sector relevante y estratégico de gran importancia social, cultural y económico, por ello se hace foco en la AFCI y se propone trabajar aspectos referidos a la producción, agregado de valor, comercialización y organización. A los fines del abordaje estos aspectos han sido desarrollados como ejes de trabajo y los problemas/oportunidades identificadas en el diagnóstico se retomaron propositivamente como resultados o productos. En el eje productivo el objetivo es identificar, desarrollar y socializar, tecnologías adecuadas para la producción de la Agricultura Familiar y como resultados tecnologías adecuadas disponibles y utilizadas por la AF; y como productos: procesos participativos para su evaluación y adecuación, estrategias de comunicación y difusión, productos comunicacionales disponibles en una base de datos y la formación de capacidades locales. En el eje agregado de valor el objetivo es impulsar y acompañar procesos de elaboración de alimentos de calidad y la adecuación de espacios destinados al agregado de valor y los resultados contar con experiencias de valor agregado adecuadas a las normativas vigentes, con acompañamiento técnico en los procesos de adecuación y la formación. Se espera trabajar en propuestas de adecuación de las normativas vigentes para la AF con los organismos habilitantes. En comercialización el objetivo del eje es fortalecer y valorizar los canales que mejoren las condiciones de venta/precio de los productos y servicios de la agricultura familiar en el NEA, esperando como resultados: canales de comercialización de la AF sistematizados, valorizados y difundidos, mediante la sistematización y difusión, y su caracterización económica y social; además de estrategias de comercialización fortalecidas, por el trabajo con los consumidores y el desarrollo de una plataforma con la localización y descripción de los mercados de la AFCI. Para el eje organizativo el objetivo es consolidar los procesos organizativos y los espacios de gestión vinculados a la agricultura familiar y como resultados contar con organizaciones de la agricultura familiar gestionando sus procesos, con organizaciones fortalecidas y participación activa en los espacios interinstitucionales del territorio. En la ejecución del proyecto se plantea el trabajo de equipos (macro y regionales) que acuerden los abordajes metodológicos, el plan de trabajo general, la gestión presupuestaria y apoyen a los equipos técnicos locales en el acompañamiento de las experiencias. Se consideran importantes las vinculaciones intra INTA y extra INTA, la presencia en los espacios de comunicación, la participación activa de la AFCI, en especial de mujeres, jóvenes y etnias. Se propone un abordaje agroecológico, incorporando las dimensiones de análisis de la sustentabilidad y herramientas que permitan evaluar y gestionar el riesgo climático para salvaguardar la seguridad alimentaria, económica y social de la AFCI.

Descripción de Problemas y Oportunidades

Según el FONAF la agricultura familiar es una forma de vida y una cuestión cultural cuyo principal objetivo es la reproducción social de la familia en condiciones dignas. La gestión de la unidad productiva y las inversiones son realizadas por individuos que mantienen entre sí lazos de familia. La mayor parte del trabajo es aportada por el grupo familiar. La propiedad de los medios de producción es familiar, y en su interior se realiza la transmisión de valores, prácticas y experiencias (2006). De acuerdo con la FAO, la agricultura familiar es un actor fundamental para alcanzar sistemas agroalimentarios inclusivos, sostenibles, resilientes y eficientes (2022), cumpliendo un rol importante en relación a los territorios, el mantenimiento de la biodiversidad y el patrimonio cultural. A nivel mundial emplean al 30% de la población y producen más del 80% de los alimentos (FAO, 2014), no obstante, una parte importante de estos agricultores son pobres y se encuentran en situación de inseguridad alimentaria (FAO, 2020). A nivel mundial los agricultores familiares eran más de 608 millones en el año 2019 (Lowder et al, 2019). En nuestro país, en el marco de un proceso dominado por la disminución de EAPs en el período de 1988 a la actualidad (Dougnac y Tort, 2003; Azcuy Ameghino y Fernández, 2021; García, 2020), la Región NEA se ubica entre las de mayor concentración de agricultores familiares (INTA, 2011). Estos agricultores no se dedican solamente a un cultivo o actividad que los mantiene vinculados al mercado; sus producciones se destinan al autoconsumo y comercialización, preferentemente en forma directa al consumidor. Esto constituye una estrategia, donde la mano de obra familiar y la no mercantilización cobran relevancia (Paz, 2011). A partir de los 80, la globalización de los intercambios comerciales y la expansión de grandes empresas de comercialización minorista (supermercados, hipermercados, etc.) han impulsado la homogeneización de la producción y la integración vertical, el desarrollo de tecnologías agrícolas uniformes y uniformización de las pautas de consumo (Marsden, 1997; McMichael, 1999). A pesar de estas grandes tendencias algunos estudios (Arce, 2009; Marsden y Murdoch, 2006) muestran las heterogéneas respuestas generadas desde la agricultura familiar. Circuitos cortos y mercados de cercanía, centros de logística cooperativos, ventas al Estado, e-comerce, SPG son solo algunas de esas respuestas (Schneider et al, 2015; CEPAL, 2016; Darolt et al, 2016; Sanz Cañada et al, 2022). En todos los casos la logística y distribución constituyen los componentes más sensibles del proceso de comercialización y ponen en evidencia la necesidad de políticas adecuadas a las realidades de los territorios. Otra expresión de los cambios recientes en Argentina es el gran desarrollo tecnológico, centrado en tecnologías de insumo y capital intensivas, que condujo a una simplificación de los agroecosistemas, favoreciendo las economías de escala y tendió a desplazar a pequeños productores (INTA, 2005). La exclusión de pequeños productores, la necesidad de encontrar alternativas para revertir el desempleo, los problemas de acceso a los alimentos de la población vulnerable y la generación de ingresos, han generado una demanda creciente de tecnología y de alternativas de producción para la agricultura familiar. En este contexto, la agroecología surge como una alternativa factible ya que incorpora conceptos y prácticas sobre un enfoque de agricultura más ligado al ambiente y más sensible socialmente; centrada no sólo en la producción sino también en la sostenibilidad ecológica del sistema y en el desarrollo rural integrado (Altieri, 1999). En el 2015 el gobierno nacional reconoce de interés público a la agricultura familiar, campesina e indígena por su contribución a la seguridad y soberanía alimentaria del pueblo, por practicar y promover sistemas de vida y producción que preservan la biodiversidad y procesos sostenibles de transformación productiva (Ley 27118/15). Crece el interés en eliminar las brechas y estereotipos de género, instando a la igualdad de acceso a los derechos y beneficios. A pesar de la importancia de las mujeres en la conservación de la biodiversidad y en la reproducción familiar (FAO, 2014), y de conformar el 45% de las personas registradas en el RENAF, todavía persisten brechas en la representación de mujeres en los núcleos familiares como jefas de familia evidenciando las asimetrías a trabajar (Ferro, 2013)

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