Fortalecimiento de los sistemas intensivos agropecuarios para el desarrollo sostenible de los territorios del CERBAS
Objetivo General
Contribuir al desarrollo y a la mejora de la competitividad, organización y sustentabilidad de los sistemas intensivos del CeRBAS, mediante la construcción participativa de innovaciones, propiciando la producción de alimentos de alta calidad, el cuidado del ambiente, la generación de empleo, la equidad social y de género.
Resumen Ejecutivo
Los sistemas intensivos (SI) agropecuarios del CeRBAS proveen de alimentos de calidad y tienen la potencialidad de promover el desarrollo territorial y el arraigo. Los SI tienen problemáticas asociadas a los efectos del cambio climático (CC) y al deterioro del ambiente, con aparición de plagas y enfermedades que afectan las producciones y la salud pública, con una ineficiente gestión y uso inadecuado de agroquímicos y productos veterinarios. El proyecto pretende contribuir a la competitividad, organización y sustentabilidad de los SI, mediante la construcción participativa de innovaciones, propiciando la producción de alimentos de alta calidad, la generación de empleo, la equidad social y de género. Los objetivos específicos incluyen: promover SI sustentables generando conocimientos, procesos de innovación y tecnologías de forma participativa que contribuyan a un mayor cuidado de los recursos naturales y la biodiversidad; co-construir alternativas tecnológicas que propicien la obtención de alimentos, con foco en una salud y en la producción animal; contribuir al desarrollo de SI frutihortícolas adaptados al CC que propicien una producción estable; propiciar la gestión integral de los agroquímicos, bioinsumos y productos veterinarios. La estrategia del proyecto se basa en un abordaje multidisciplinar y participativo para dar respuesta a los P/O, en interacción con otras organizaciones de I+D y ONG, con actividades planificadas, integrando todos los componentes estratégicos del INTA. Las capacidades internas se fortalecerán articulando con otros instrumentos programáticos de INTA y se promoverán las alianzas estratégicas en los territorios. La comunicación de los resultados abarcará desde la publicación y presentación en Congresos, los artículos de divulgación y diferentes piezas comunicacionales, hasta la organización de jornadas y capacitaciones. Como resultado se espera lograr: conocimiento disponible para la co-construcción de tecnologías que apunten a una producción sustentable de los SI; SI mejoran la sustentabilidad del sistema por uso de tecnologías co-construidas; SI disponen de diversas estrategias productivas sustentables; SI de producción animal y los sistemas de salud pública cuentan con conocimientos y tecnologías para mitigar las alteraciones generadas por diferentes patógenos; conocimientos y tecnologías aplicadas que responden a las problemáticas productivas del sector; SI protocolizados para la generación de alimentos de origen animal; SI frutihortícolas mejoran la estabilidad de la producción frente al CC; SI mejoran el manejo integral del agua; SI concientizados en el uso y manejo sustentable del suelo; SI informados, conscientes en la implementación de BPA, BPG y MIP y del concepto de una salud; SI frutihortícolas reemplazan total o parcialmente el manejo convencional por alternativas sustentables; SI de producción animal informados y concientizados en el uso racional de productos veterinarios.
Descripción de Problemas y Oportunidades
El rol del suelo y su fertilidad son centrales para garantizar la seguridad alimentaria y permitir que la transformación de los sistemas agroalimentarios sea más eficiente, más inclusiva, más resiliente y más sostenible (QU Dongyu, 2022). Las producciones intensivas enfrentan un escenario vinculado al cambio climático (CC) a nivel mundial, con pérdidas de producción del 30 al 50% (Sangiorgio et al., 2020). Entre las causas del CC que se relacionan con las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el sector agropecuario tiene parte de la responsabilidad, a través de los aportes derivados del engorde bovino a corral, como así también por la elaboración y uso de fertilizantes nitrogenados, y el cambio de uso del suelo. Asimismo, la aparición de bacterias resistentes y falta de nuevos principios activos para el control de enfermedades en feedlot, tambos, avicultura, y porcinos es un problema de salud animal y pública (Carlet, 2014). El CC también ha afectado la producción de alimentos dependientes de la polinización (Aizen et al., 2019) y los servicios ecosistémicos que las abejas proporcionan para sostener los agroecosistemas (Palomo et al., 2016). Este proyecto propone tener una mirada más amplia del recurso suelo, orientando el manejo integral de las producciones intensivas a mantener la salud del suelo, la que considera sus atributos ecológicos, más allá de su capacidad para producir un cultivo en particular. Estos atributos se asocian con la biodiversidad de la biota, la estructura de la red trófica, su actividad y la gama de funciones que desempeña. Los suelos saludables mantienen una comunidad diversa de organismos que ayudan a controlar enfermedades, plagas y malezas, forman asociaciones simbióticas beneficiosas con las raíces de las plantas, reciclan los nutrientes en el suelo, mejoran su estructura, la porosidad, la retención de agua y de nutrientes, mejorando la producción de cultivos (FAO, 2008). En relación a los productos fitosanitarios, fármacos y toxinas en el medioambiente y en alimentos frescos o procesados, la presencia de residuos se ha convertido en una creciente preocupación a nivel mundial. Hay compromisos internacionales para reducir el uso de agroquímicos y productos veterinarios y en algunos sistemas se está impulsando la producción orgánica, agroecológica e integrada. Es fuerte la tendencia de aplicación de estrategias y productos bioinsumos y bioplaguicidas) alternativos a los de síntesis química para el manejo de plagas y enfermedades (Copping et al., 2000), cuyos residuos, necesariamente, deben ser analizados ya que “natural” no siempre significa “seguro” (Romero-González et al., 2014). Varios reportes y publicaciones internacionales indican que los sistemas productivos necesitan adoptar medidas de manejo respetuosas con el ambiente, que mejoren la biodiversidad, que restauren el suelo y protejan del estrés causado por agentes bióticos y abióticos. El crecimiento de la demanda de alimentos de origen animal es cada vez mayor, sumado a la necesidad de satisfacerla, se deben combinar medidas de manejo para reducir la incidencia de enfermedades y plagas que afectan la producción y el cuidado ambiental, aumentando su complejidad. Es necesario abordar las problemáticas de nutrición y alimentación, sanidad, genética y reproducción, que puedan mejorar el volumen productivo, con un foco en el bienestar animal y en el concepto de una salud. Se deben lograr modelos productivos que integren prácticas que preserven la biodiversidad, reduzcan la erosión y la pérdida de salud de los suelos, eviten la pérdida de los RRNN, hagan una buena gestión del agua, y valoren el patrimonio cultural y la identidad local. Esto implica la transformación de sistemas intensivos en agroecosistemas más complejos basados en prácticas agrícolas en convivencia con sus entornos ecológicos y sociales. La agroecología se perfila como una de las iniciativas más prometedoras de este tipo de modelo (Sangiorgio et al., 2020). Estos nuevos modelos apuntan al manejo eficiente del agua, el monitoreo y predicción del clima, aumentar la eficiencia en las aplicaciones de insumos, propiciar una mayor cobertura y protección del suelo, reciclaje y aumento de biomasa, cultivos intercalados, rotaciones más intensificadas y diversas, cultivos de servicios, nuevos cultivos, aumento de la resiliencia, contribuyendo a la fertilidad mediante el aporte de carbono y de materia orgánica (Sanchez y Reyes, 2015).
