Abordaje integral de procesos de valorización territorial y economía circular en el área de influencia del CERBAS
Objetivo General
Acompañar y promover experiencias de valorización territorial y economía circular del SAAAB, propiciando la co-construcción de tecnologías, prácticas y estrategias productivas y organizacionales que contribuyan a la seguridad y soberanía alimentaria y al desarrollo territorial de una manera sustentable.
Resumen Ejecutivo
El Sistema Agropecuario, Agroalimentario, Agroindustrial y Bioindustrial (SAAAB) global, estandarizado y concentrado se encuentra en crisis, destacándose entre los principales problemas la dependencia de insumos de síntesis química y energía fósil, la contaminación y degradación del ambiente y la ausencia de valorización territorial de los bienes y servicios regionales. Estos aspectos impactan sobre la supervivencia de comunidades rurales, manifestándose tensiones urbano-rurales y desconexión entre producción y consumo. Este proyecto se propone acompañar y promover experiencias de valorización territorial y economía circular del SAAAB, propiciando la generación y adopción de nuevas tecnologías que contribuyan a la seguridad y soberanía alimentaria y al desarrollo territorial de una manera sustentable, a través de procesos socio-organizacionales y productivos. Existen iniciativas referidas a prácticas de producción más sustentables, la valorización de recursos, la gestión de residuos y efluentes, la reutilización y reciclado de biomasa. No obstante, son incipientes, no encontrándose suficientemente documentadas y sistematizadas. Los resultados esperados son: -actores y actrices del territorio con acceso a información sistematizada sobre experiencias de valorización territorial y economía circular y participación activa en redes de trabajo interinstitucional e interdisciplinaria, procesos de innovación tecnológica co-construidos para la gestión integral del agua, efluentes, residuos y subproductos (primarios e industriales; - procesos territoriales de valorización, diferenciación y/o certificación del SAAAB implementados; información sobre factores impulsores y limitantes y propuestas de políticas en torno a experiencias de economía circular, valorización territorial y gestión integral de los territorios. Los principales productos en relación con los procesos de valorización territorial y economía circular son Base de datos, mapa y catálogo digital, piezas comunicacionales, mesas y redes de trabajo interinstitucional e interdisciplinaria, Recursos Humanos capacitados, procesos y/o tecnologías adaptadas e incorporadas, bienes y servicios con calidad diferencial y valorizados, circuitos cortos de comercialización desarrollados y/o fortalecidos y propuestas que contribuyen a la formulación de políticas públicas. Respecto a la estrategia y organización se propone un marco teórico metodológico basado en el Modelo Interactivo de Innovación, en el cual los procesos son situados y con interacciones entre los actores, conocimientos, visiones y disciplinas, un enfoque territorial desde un abordaje multidimensional y multiescalar y transversal de género. La gestión se basará en un equipo interdisciplinario conformado por el coordinador/a, representantes de cada EEA, referentes temáticos ( internos y/o externos a INTA), de comunicación, vinculación tecnológica así como la conformación de grupos ad hoc por cada uno de los objetivos propuesto
Descripción de Problemas y Oportunidades
Nuevos enfoques permiten poner en juego conceptos, que se vinculan a cambios en la forma de valorizar procesos, productos, saberes y territorios como en la estrategia para reducir y valorizar los residuos generados por los sistemas de producción agropecuaria y agroindustrial. En este sentido, a nivel internacional se revisan conceptos como bioeconomía, economía circular, valor agregado, valorización. La Bioeconomía es definida en la Cumbre Global de Bioeconomía 2018 como: “producción, utilización y conservación de los recursos biológicos, incluidos los conocimientos relacionados, la ciencia, la tecnología y la innovación, para proporcionarle información, productos, procesos y servicios a todos los sectores económicos, con el objetivo de avanzar hacia una economía sostenible” (Hodson de Jamarillo et al., 2019:18-19). La economía circular es definida como el espacio económico donde el valor de los productos y de los materiales se mantiene en la economía durante el mayor tiempo posible y se minimiza el uso de los recursos y la generación de residuos (European Commission, 2015). Subyace el principio de las cinco “erres”: reducir el consumo de energía, reducir la generación de residuos, reusar residuos/materiales, reciclar residuos/materiales, revalorizar los residuos (Brais et al., 2021). La Bioeconomía circular contempla las actividades económicas que utilizan como insumo la biomasa y que a su vez aplican los principios de la circularidad en sus procesos productivos de forma consecuente, es decir, en cascada potenciando la articulación de distintos sistemas (Carus y Dammer, 2018; Bocchetto et al., 2021). Se propone hacer uso eficiente y sostenible de los recursos basados en la biomasa con el objetivo de bajar la huella de carbono, reducir la demanda de carbono fósil, mediante el reciclado, remanufacturada y reutilización (Carus y Dammer, 2018; Kowszyk y Maher, 2018; Schröder et al., 2020). En el ámbito agropecuario la aplicación de la bioeconomía circular, puede vincularse como por ejemplo con el tratamiento y reuso de efluentes, la producción de bioinsumos, producción de bioenergía. Si bien en Argentina estos nuevos enfoques han ganado importancia en la última década como marco de referencia de políticas públicas, programas y proyectos (Trigo et al., 2017). Sin embargo, a pesar de estos avances, las experiencias son aún incipientes y se encuentran fragmentadas y desarticuladas, existiendo pocas compilaciones de dichas experiencias (Monetta et al., 2019; Bocchetto et. al., 2021). Algunos autores conciben a la bioeconomía circular como una de las posibles estrategias de agregado de valor (Bruno et al., 2022). Los estudios se han centrado en cómo se crea valor, quién lo crea y cómo se distribuye entre los diferentes actores que participan en las cadenas de valor y las relaciones de poder entre los mismos (Gereffi et al., 2005). En la actualidad existen múltiples acepciones que abarcan dimensiones económicas, sociales, tangibles, intangibles y territoriales (Riveros y Heinrichs, 2014; Lu y Dudensing, 2015). Entre las mismas cabe mencionar entre otros el “valor agregado en origen” (Bragachini, 2010), “valor compartido” (Porter y Kramer, 2011), “valor agregado económico y social” (Bernhardt y Milberg, 2011) y “valorización integral” (Champredonde y González Cosiorovski, 2016). Estas concepciones de valor agregado dan cuenta de la diversificación de miradas y estrategias. Riveros y Heinrichs (2014) distinguen entre cambios físicos del producto a través de procesos de acondicionamiento, conservación, transformación y empaque; la diferenciación y segmentación de productos y de mercado (sellos de calidad, circuitos cortos de comercialización); la diversificación productiva y el aprovechamiento de subproductos y desechos (Riveros y Heinrichs, 2014). Por su parte, centrados en el abordaje de los recursos territoriales, Champredonde y González Cosiorovski (2016) relativizan el concepto del Agregado de Valor, puntualizando que se centran en aspectos económicos y técnicos y ponen en el centro a los productos y no a las personas. La valorización “integral”, propuesta por estos autores, implica reconocer, asumir y comunicar aspectos positivos de un determinado recurso territorial. Así el recurso se valora, se hace valorar por terceros y se autovalora también la comunidad que lo origina o gestiona; abarcando simultáneamente aspectos sociales, ambientales, identitarios, técnicos/económicos, en función de cada experiencia.