Innovaciones socio productivas, territoriales y ambientales para la AFCI

Código:
2023-PE-L06-I060
Impacto:
Social
Plazo:
48 Meses
Instrumento:
Proyecto estructural (Cartera 2023)
Título:
Innovaciones socio productivas, territoriales y ambientales para la AFCI
Centro o programa involucrado:
Centro Regional Tucumán-Santiago del Estero

Objetivo General

Incorporar innovaciones tecnológicas en las diferentes dimensiones que definen los sistemas productivos de la AFCI de la región Tucumán - Santiago del Estero, para fortalecer la seguridad y soberanía alimentaria.

Resumen Ejecutivo

En Santiago del Estero y Tucumán, la AFCI, representan más del 50% de las explotaciones agropecuarias, estos sistemas se caracterizan porque combinan actividades agrícolas, ganaderas, artesanales y de recolección de frutos del monte, y los ingresos de las familias se complementan con actividades extra prediales. Los productos obtenidos se destinan al consumo familiar y los excedentes se comercializan principalmente en circuitos cortos. En este sentido, la AFCI se caracteriza por el empleo de modelos informales de vinculación con los mercados, estos mecanismos, algunos de los cuales pueden enmarcarse en prácticas propias de la economía social y solidaria. En los últimos años, los espacios que ofertan productos de la AFCI han crecido, logrando características de interés para el desarrollo como la participación sostenida, la consolidación grupal, la formalización de formas jurídicas de organización, la gestión autónoma entre otras; pero todavía existe falta de información sobre muchos de estos procesos sociales y económicos. El proyecto se plantea como objetivo general, incorporar innovaciones tecnológicas en las diferentes dimensiones que definen los sistemas de la AFCI de la región Tucumán - Santiago del Estero, para fortalecer la seguridad y soberanía alimentaria. Los objetivos específicos son: Generar tecnologías de procesos y productos que gestionen sosteniblemente la diversidad ambiental, los recursos y las interacciones entre los componentes de los agroecosistemas de la AFCI. Fortalecer las competencias socio organizativas pertenecientes a las comunidades y grupos de la AFCI, contemplando la perspectiva de género, la participación de los/as jóvenes y la constitución de redes territoriales. Mejorar el agregado de valor y las estrategias de comercialización de los productos de la AFCI, mediante la adecuación de los mismos a las normativas específicas y la incorporación de sistemas participativos de garantía. Generar información de los procesos socio económicos y los productos obtenidos por los actores que integran la AFCI, mediante la investigación participativa y la sistematización de experiencias territoriales. Las estrategias a implementar están relacionadas con la identificación y sistematización de los procesos de adopción tecnológica para la generación de conocimiento, la promoción de prácticas innovadoras para la producción, organización, comercialización y agregado de valor. El proyecto propone la vinculación de actividades con la cartera programática del INTA, la articulación con actores extra INTA y organismos de financiamiento, la elaboración de un plan estratégico de comunicación y el monitoreo y evaluación participativa del proceso. Los resultados esperados son: una mayor sostenibilidad de los sistemas de la AFCI, el fortalecimiento de las organizaciones sociales, la mejora de los procesos de comercialización y el agregado de valor, y la generación de conocimiento a partir de la sistematización de las experiencias.

Descripción de Problemas y Oportunidades

En la Argentina, el concepto de agricultura familiar, campesina e indígena (AFCI) es una categoría en construcción e integra tanto variables cuantitativas como cualitativas (Schiavoni, 2010). Sin embargo, la mayoría de las definiciones menciona la integración de la unidad productiva con la doméstica, la predominancia del trabajo familiar sobre el contratado y la búsqueda del sustento familiar mediante la reproducción del sistema socio productivo, concebido como una forma de vida (FONAF, 2007; Sámano Rentería, 2013; Ramilo y Prividera, 2013; Bilello, 2016). Por consiguiente, con algunos matices, se emplean de manera indistinta los términos: pequeño productor, minifundista, chacarero, colono, productor familiar, campesinos sin tierra, trabajador rural y las comunidades de pueblos originarios (FONAF, 2006). La denominación de AFCI obedece, entonces, a un encuadre legal que permite al Estado la aplicación de políticas para fortalecerla; entre otros motivos porque su sostenibilidad es mayor que la agricultura de altos insumos, tiende a una mejor redistribución de los recursos, abastece al mercado interno de manera preferencial y su eficiencia energética supera a los valores obtenidos en los sistemas productivos tradicionales, porque se basa en prácticas agroecológicas (Balsa, 2012; Paz, 2010; FAO, 2018). En este sentido, la ACFI es una dimensión endógena del desarrollo Morales, 2011). Aunque la información es escasa, se estima que la proporción de productores familiares ronda el 65 % del total, el sector representa el 53 % del empleo rural y es responsable del 20 % del volumen producido nacionalmente (Fernández, Ramilo y Maggio, 2015). Por su parte la situación de las comunidades indígenas en Argentina está signada por un deterioro progresivo de las actividades agropecuarias, destinadas a complementar sus ingresos, en algunos casos unidas a la elaboración de artesanías, trabajos extracomunitarios y la obtención de subsidios estatales (ILC, 2019). En cuanto a la perspectiva de género de la AFCI, a pesar de los avances sucedidos en los últimos años, la participación de las mujeres continúa siendo desigual, circunstancia que perjudica la obtención de mejores niveles de vida para el grupo familiar (Avolio y Di Laura, 2017). El actual modelo de agricultura está en crisis, por lo que se requiere uno nuevo que concilie la obtención de alimentos y otros bienes y servicios para la humanidad con el mantenimiento de la capacidad productiva de los agroecosistemas y la integridad del ambiente. La agroecología juega un papel preponderante en la conservación de los recursos productivos y en el rescate de los saberes campesinos los que, aunados al conocimiento científico, promueven un tipo de agricultura ambientalmente adecuada y productiva social y económicamente (Morales, 2011; Sarandón, 2020). En efecto, la agroecología impulsa modelos productivos adaptados a cada región y localidad, estimulando las economías locales, la repoblación de los espacios rurales, reduciendo el conflicto social por la aplicación de agroquímicos, generando alimentos de alto valor nutricional y dignificando el trabajo rural (Cerdá, 2021). Desde el punto de vista conceptual la agroecología es un campo transdisciplinario que incluye las dimensiones ecológicas, socioculturales, tecnológicas, económicas y políticas de los sistemas alimentarios, desde la producción hasta el consumo, enfatizando la conexión de todos los componentes del agroecosistema, sus interacciones y la dinámica compleja de los procesos socio-ecológicos (Sevilla Guzmán, 2006), considerando los conocimientos locales y los valores culturales, de una manera reflexiva e iterativa que fomenta el aprendizaje colaborativo y la transmisión horizontal de conocimientos entre productores, investigadores y otros actores a lo largo del sistema alimentario. De este modo, las innovaciones socioproductivas, territoriales y ambientales fundadas en sus principios fortalecen la agricultura familiar, aportando a la identificación de los efectos positivos para la sociedad en su conjunto, entre ellos la promoción de la seguridad y soberanía alimentaria, la conservación de la biodiversidad, la construcción de resiliencia socioecológica, la generación de empleo e ingresos, la apertura de nuevos horizontes para la juventud rural y el empoderamiento de las mujeres (Petersen et al., 2020).

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