Condiciones sociotecnológicas, calidad de vida y procesos de innovación territorial que impactan en el arraigo rural de las familias
Objetivo General
Potenciar procesos de innovación territorial que mejoran la calidad de vida y el arraigo rural, con un enfoque de género, intergeneracional e intercultural.
Resumen Ejecutivo
El proyecto busca contribuir a la mejora de la calidad de vida y el arraigo de las familias rurales a partir de potenciar procesos de innovación territorial y el desarrollo de tecnologías, atendiendo las particularidades de los territorios y de los grupos sociales con quienes el INTA trabaja, especialmente mujeres, jóvenes, adultos mayores y pueblos originarios. Siguiendo su misión fundacional, el INTA trabaja de forma conjunta con otros actores para contribuir con el bienestar de la población agropecuaria y de las comunidades donde residen, dado que los déficits históricos de las áreas rurales en cuanto a infraestructura y servicios atentan contra el arraigo rural y la continuidad en la actividad productiva. Resulta necesario contar con mayor información sobre las condiciones socio productivas, de hábitat y bienestar, y contar con dispositivos tecnológicos e instrumentos de intervención que incluyan desde su diseño e implementación perspectiva de género, intergeneracional e intercultural y aporten mejoras en la calidad de vida. Este proyecto se propone: sistematizar, movilizar y gestionar la información sobre las condiciones necesarias para la innovación territorial y sus efectos en la calidad de vida; promover procesos tecnológicos y organizacionales en relación al hábitat y el bienestar en la ruralidad (en temáticas como el acceso al agua y el saneamiento, el suministro energético, las comunicaciones y la conectividad, entre otras); fortalecer las capacidades de los agentes territoriales para el abordaje integral de esta temática; y potenciar los entramados de actores territoriales a fin de fortalecer la formulación e implementación de políticas públicas que favorezcan procesos de innovación territorial para la mejora de la calidad de vida y el arraigo rural. El proyecto se llevará adelante en base a una red de equipos que trabajen en la adaptación y promoción de propuestas tecnológicas y de innovación, el fortalecimiento de capacidades y la formulación e implementación de políticas públicas a nivel local y regional, así como en el desarrollo metodológico y de información a nivel nacional. En la propuesta resulta central la articulación con los Centros Regionales, las Plataformas de Innovación Territorial y las Agencias de Extensión Rural. Se espera obtener como resultado central la mejora en la calidad de vida de las familias productoras a partir de la adaptación e implementación de propuestas tecnológicas en función de sus características y las de los territorios donde habitan. Asimismo, se plantea dimensionar/mensurar las contribuciones de las experiencias de innovación así como generar y movilizar información actualizada sobre condiciones sociotecnológicas e indicadores de calidad de vida adaptados a las ruralidades que permitan identificar áreas y temáticas a trabajar tanto en los procesos de innovación y en la formulación o implementación de políticas públicas con la finalidad de reducir las desigualdades en las ruralidades.
Descripción de Problemas y Oportunidades
La calidad de vida es usualmente utilizada como finalidad de proyectos de intervención para describir la forma en que vive la población y observar cambios a partir de su implementación. Es un concepto multidimensional utilizado para medir el bienestar de las personas, considerando la satisfacción de necesidades materiales y no materiales, motivaciones, expectativas, capacidades, necesidades individuales y las relaciones que devienen de la vida en sociedad como el trabajo, relaciones sociales, políticas y culturales (Lucero et. al, 2007, Mikkelsen y Di Nucci, 2015; Di Filippo y Mathey, 2007). La mayoría de la información disponible (a nivel estadístico y académico) está centrada en las poblaciones urbanas. Los espacios rurales históricamente presentaron situaciones más adversas que las urbanas respecto al acceso y la calidad de las infraestructuras y servicios (Mikkelsen, 2007; Cerdá y Salomón, 2017). Esta situación se agrava con las transformaciones recientes de los espacios rurales y las actividades agropecuarias reproduciendo desigualdades, reduciendo la calidad de vida y, con ella, el arraigo (Mikkelsen y Velázquez, 2010; Sejenovich, 2014). Mikkelsen et al (2020) proponen un índice para zonas rurales a partir de medir Educación, Saneamiento y Salud, Vivienda, Actividad económica, Comunicación-conectividad y Ambiente. Estas dimensiones y sus indicadores, no siempre reflejan las transformaciones y condiciones de cada territorio, de los grupos poblacionales que allí predominan y los aportes de las innovaciones. Su medición debería contemplar particularidades de grupos sociales y étnicos (Sejenovich, 2014). Asociado a esto, estudios feministas visibilizan la importancia de las mujeres para la reproducción de la vida (Federici, 2018) y del ámbito productivo (López Castro, 2009), mientras que los enfoques etarios destacan el rol activo de las infancias, las juventudes y las vejeces en la construcción de sus experiencias y realidades, más allá que los adultos condicionan su desenvolvimiento (Nessi, 2020). Existen estudios de calidad de vida que identifican diferencias según la edad, el sexo y el nivel económico de la población (Castellá Sarrieri, 2012; Tonon et al, 2015, 2021; Cordero, 2019). Estas desigualdades generan un círculo vicioso con procesos de discriminación y exclusión de ciertos grupos sociales. Por ello, la interculturalidad en intervención e investigación implica reconocer la diversidad existente en un territorio, fomentar la comunicación entre los grupos, abordar los impactos negativos que se generan ante las diferencias, y mitigar o reparar las condiciones adversas considerando las creencias y valores de los grupos desfavorecidos (Vázquez Aguado et al, 2008). Las soluciones tecnológicas y propuestas de innovación pueden contribuir a disminuir estas desigualdades en la calidad de vida. Sin embargo, cuando estas propuestas se llevan adelante con enfoques y modelos de intervención con bajo nivel de coordinación o donde se superponen políticas o no hay objetivos claros, no generan los resultados esperados (Sili, 2020) incluso, pueden incrementar las asimetrías. Según el marco conceptual para la implementación del enfoque territorial (INTA, 2016-2017) la innovación es un proceso socio-técnico de cambio en formas de producción, comercialización y organización donde se impulsan acciones concretas mediante la cooperación interactoral e interinstitucional. Implica que se modifiquen, adapten o resignifiquen tecnologías (artefactos y procesos) a partir de las tradiciones, historias y conocimientos generados por los propios actores territoriales (INTA, PEI 2015-2025). En el mismo sentido, Tonon (2010) analizó la relación entre políticas públicas y calidad de vida, estableciendo que es necesario que se consideren indicadores de este tipo en la formulación de las políticas (y que estos reflejen el contexto socio-histórico de origen); y por el otro, que es esencial la interacción y la posibilidad de un ajuste permanente entre las decisiones-acciones para optimizar los resultados de las políticas. El desarrollo integral de la calidad de vida también se ve posibilitado por la comunicación, entendida como relaciones dialógicas, simétricas y libres que todas las personas generan (Ortega Ibarra, 2012). Permite, además, el acceso a los bienes y servicios necesarios para el desarrollo de la vida, como un derecho y un requisito de la ciudadanía (Segura et al 2020).
Sede del proyecto
Coordinadores
